MODUS OPERANDI: EL SECUESTRADOR, PERFIL CRIMINOLÓGICO

Publicado: abril 4, 2013 en Criminologia
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Mocha Orejas

Por Abdú Betancourt Cabrera*

El estudio del perfil del victimario en casos de secuestro, es esencial para entender y contestarnos las preguntas básicas de la investigación criminal en cuanto al ¿Quién?, se vuelve muy importante la perfilación de estos sujetos de conducta antisocial, ya que realizando esta técnica criminológica, tendremos la información necesaria del sujeto para darle un orden y de ahí partir a una investigación efectiva del delito de secuestro, puesto que tendremos todas las herramientas para combatir de manera frontal este delito,  y al realizar un trabajo de inteligencia de campo, el agente encubierto podrá explotar a su favor todos los recursos de información de los que se ha allegado, incluyendo dentro de estos recursos el perfil criminológico de los delincuentes que cometen esta alevosa conducta criminal.

Si bien es cierto, es muy difícil llegar a una perfilación única del secuestrador, ya que este delito, por la facilidad de comisión y por sus distintas clasificaciones y formas, no es igual quien comete un secuestro tradicional que el que comete un secuestro exprés, razón por la cual, al realizar la búsqueda de un perfil del delincuente dedicado al secuestro, encontramos una gran diferencia de perfiles, ya que encontramos perfiles diversos que depende de la función que se realice, ya que algunos solo participan en la preparación, otros en la ejecución, otros en el cuidado y unos más en la negociación de este delito.         

1. PERFIL DE LOS SECUESTRADORES

De acuerdo a la nota publicada por Notimex el Domingo 2 de agosto del 2009, informo que la SSPF presento un informe sobre el perfil de los secuestradores en México, el cual indica que generalmente se trata de jóvenes que se dedican al comercio informal y que por su adicción a las drogas terminan cometiendo el delito de secuestro, ya que a mayor consumo de droga las conducta delictivas va evolucionando hasta llegar a la cúspide de la pirámide del delito, involucrándose en la comisión de el hecho criminal en estudio, como ya lo mencionamos anteriormente por la facilidad en la comisión del secuestro y el beneficio económico que ello lleva implícito, ya que el factor sorpresa está del lado del victimario cuando la víctima NO ESPERA LO INESPERADO.

También menciona dicho informe, que la cifra de secuestradores encarcelados ascendió a 9,014 personas hasta la fecha de presentación del mismo, es decir hasta agosto del año 2009, lo cual incremento en un 19.96 % con relación al año anterior, en el cual se sometió a prisión a 7,514 personas por la comisión de este delito de privación de libertad personal.[1]

Señalan en su informe “El Secuestro: Conceptos y Estrategias de Atención”, que el perfil del secuestrador es el siguiente: la mayoría tienen entre 22 y 35 años, comienza robando pero en buena medida por su adicción a las drogas se convierten en secuestradores tal cual lo hemos mencionado anteriormente.

Las personas dedicadas a este delito suelen ser choferes o personas dedicadas al comercio informal en un principio, procedentes de familias disfuncionales, quienes con la intención de aumentar sus percepciones económicas se involucran en el negocio del secuestro.

La actividad inicial de estos delincuentes es el robo en la calle, posteriormente a lugares cerrados y más tarde se da el asalto a vehículos de carga y a conductores, para posteriormente realizar asaltos a bancos y vehículos blindados de traslado de valores, culminando con la comisión del delito de secuestro, es en sí, toda una carrera criminal para llegar a la comisión del secuestro.  En muchos sujetos este periodo de aprendizaje se dio en el breve lapso de un año y medio.

Este estudio se elaboro en base al análisis del perfil de 685 secuestradores capturados en los últimos 31 meses a la fecha de presentación del estudio; así mismo, se señala que en el país hay tres tipos esenciales de secuestro, el de “alto impacto”, que perpetran grupos armados o radicales, los relacionados con el “crimen organizado”, que buscan captar recursos para las mafias, y los “exprés” que se hacen para extorsionar, captar recursos con facilidad y por venganzas o motivos pasionales.

En relación con los rescates, durante el 2009, los secuestradores solicitaron un promedio de 9.7 millones de pesos por cada secuestrado, por debajo de los 14 millones que demandaban en el 2008. Sin embargo, de los montos que los secuestradores solicitan solo se llega a pagar el 5.5% de los mismos.

De igual manera y de conformidad con el estudio realizado por la LXI Legislatura del Congreso de la Unión y su Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública,[2] se establece de manera general el siguiente perfil para aquellos que realizaron este delito en el D.F. y el Estado de México:

  • La información disponible coincide en señalar que los secuestradores, en general, tienen un nivel considerable de integración social.
  • Para quienes delinquieron en el DF y Estado de México, se trata de personas con una edad promedio de 31años; en 81 % de los casos con tres hijos en promedio; también en 81 % con un trabajo en el mes previo a su detención. 22 % prestó sus servicios en las fuerzas armadas o en la policía.
  • Las bandas están integradas, en su mayoría, por entre tres y nueve personas, entre las cuales es frecuente encontrar vínculos familiares.
  • Los antecedentes penales no parecen tener una presencia mayoritaria, aunque sí está presente en una quinta parte de las personas detenidas.
  • Entre los secuestradores detenidos por la Policía Federal, muchas características tienen una gran coincidencia con la descrita anteriormente: la mayoría tienen entre 22 y 35 años de edad; eran choferes o personas dedicadas al comercio informal.
  • Su carrera delictiva marca una espiral creciente de especialización y violencia: se iniciaron con robo, continuaron con asaltos bancarios o a transportes de valores y continuaron con secuestros. Este ciclo se puede cumplir en un año o año y medio.
  • En 2008, en casi 30 % de los secuestros denunciados, las autoridades identificaron la participación de grupos de delincuencia organizada.

La siguiente información es extraída del documento elaborado por Carlos J. Villalta, “Perfiles criminales: secuestro”, presentado en el foro “Alto al secuestro”, Senado de la República, marzo de 2010, con base en el agregado estadístico de 232 reclusos sentenciados por este delito en penales del Distrito Federal y Estado de México y la cual transcribimos de documentos elaborado[3].

  • Porcentaje de secuestros en los cuales falleció la víctima: 5 %.
  • Personas  que  integraban la banda: de una o dos personas, 20 %; de tres a cinco personas, 52 %; de seis a nueve personas, 23 %; y de diez o más personas (5%).
  • Relación entre los integrantes de la banda: amigos (28%); familiares (25%); y compañeros de trabajo (6%).
  • Grupos de edad de los secuestradores: de 20 a 29 años de edad, 51 %; de 30 a 39 años, 30 %; y de 40 y más años de edad, 19 %. La edad media es de 31 años.
  • Antecedentes delictivos: se detectaron en 22 % de los casos, de los cuales 14% habían recibido una sentencia; 3% había sido sentenciado por secuestro; y 5% había cometido un secuestro seis meses antes de ser detenido.
  • Contexto familiar: 81% tiene hijos, tres en promedio; en 15% de los casos su pareja también está detenida.
  • En 25% de los casos el detenido o su familia tenían antecedentes penales, de los cuales 16% tuvo algún familiar preso durante su niñez, en 6% él mismo fue detenido durante la niñez y un 3% fue internado en una institución para menores infractores.
  • Condiciones laborales: 22% prestó sus servicios en las fuerzas armadas o en la policía; 81% tenía un trabajo el mes previo a su detención, de los cuales 34% era asalariado y 7% trabajaba en el gobierno.
  • Debilidad institucional: 59% dijo que pudo haber evitado la cárcel si hubiera tenido influencias o dinero para pagar alguna mordida; 47% cree que si hubiera dado dinero a los policías que lo detuvieron lo hubieran dejado ir.
  • 43% considera que el momento más adecuado para dejar la cárcel (con dinero o influencias) era en la agencia del Ministerio Público y 10% consideró que en juzgado. Algunos entrevistados afirmaron que durante su proceso algunas autoridades le solicitaron dinero, tales como la Policía Judicial (40%), Policía Preventiva (16%), el Agente del Ministerio Público (14%), el custodio (13%),el Secretario de Acuerdos (7%) y el Juez (6%).

2. PERFIL DE POLICÍAS SENTENCIADOS POR SECUESTRO

Es de igual forma, esencial el estudio de los policías y ex policías que participan en la planeación y ejecución de secuestros, por ende, transcribimos parte de un estudio realizado a policías y ex policías recluidos en la Cárcel de Santa Martha Acatitla en el Distrito Federal, elaborado por la Doctora Elena Azaola Garrido, “De este delito por el que vengo: historias de vida de policías sentenciados por secuestro en la penitenciaría de Santa Martha Acatitla”, con base en entrevistas a profundidad a 35 reclusos que había pertenecido a alguna institución policial. Ellos representaban 14% del total de 259 personas sentenciadas por este delito en dicho penal.

La edad promedio en la que fueron detenidos fue de 30.6 años, mientras que la sentencia media que estaban cumpliendo era de 31.2 años, con un mínimo de 12 y un máximo de 90 años. 33% de los entrevistados perteneció a la Policía Judicial del Distrito Federal, 32% a la Policía Preventiva de la misma entidad, y 26% a la Policía Judicial Federal o AFI (Agencia Federal de Investigación). De todos ellos, 72% eran originarios del Distrito Federal mientras que 28% había nacido en diferentes Estados de la República Mexicana.[4]

  • Durante su incorporación y estancia en las instituciones, los ex policías muestran una paulatina obediencia al mando y la adopción de requerimientos y procedimientos arbitrarios; la adaptación al ejercicio del abuso del poder y de sus beneficios y el encapsulamiento defensivo frente a una sociedad que los rechaza y los agrede.
  • El sometimiento a la jerarquía aparece como algo necesario para consolidar el funcionamiento de un grupo policial informal; incluso para alcanzar sus metas institucionales, tales como bajar los índices delictivos, el clan permite y alienta la realización de actividades extremas que vinculen a unos miembros con otros en relaciones de dependencia mutua.
  • La formación de los clanes informales permite a los agentes obtener ganancias por extorsión; a los líderes cobrar cuotas y a todo el grupo mantener amplios niveles de impunidad y ciertos márgenes de mutua protección.
  • Los bajos salarios y la corrupción generalizada aparecen como los argumentos más referidos para justificar sus actos ilegales.
  • Entre los policías sentenciados permanece por mucho tiempo la sensación de haber sido traicionados y argumentan reiteradamente que los hechos por los cuales fueron acusados, en realidad fueron fabricados por su propia corporación.
  • De la información proporcionada por los presos entrevistados, también se deduce que las habilidades adquiridas como policías, tales como destrezas técnicas, métodos delictivos e información sobre sus víctimas, fueron utilizadas para planear y ejecutar el secuestro. En muchos casos su cercanía con grupos delictivos facilitó su incursión y liderazgo de los mismos.
  • Este contexto de falta de controles internos y arbitrariedad reiterada se vuelve propicio para que los policías se contraten o lleven a cabo por iniciativa propia amenazas, extorsiones y finalmente secuestros de ocasión o planeados.
  • Los ex policías sentenciados también señalan que su detención se originó por un conflicto con sus superiores, por tener información que involucraba a otros mandos, por detener a personas con vínculos en la institución o por la competencia entre los clanes por mantener alguna zona de influencia.
  • Por último, los testimonios relatan una serie de presiones, vejaciones, amenazas, torturas y otras prácticas intimidatorias realizadas en su contra para que aceptaran su responsabilidad en los hechos que se le imputan.[5] 

3. OTROS PERFILES DE LOS SECUESTRADORES 

Así mismo encontramos otros perfiles del secuestrador, elaborados por distintos profesionales de la salud mental y de la criminología, así como por especialistas y estudiosos del delito de secuestro, los cuales buscan identificar las características de similitud entre los sujetos que cometen este tipo de delito para implementar las políticas y estrategias adecuadas para combatir de manera frontal a este mal social que ha venido en aumento en los últimos años.

3.1 PERFIL PRESENTADO POR ANTONIO HAZAEL RUIZ ORTEGA

El siguiente perfil que exponemos es el que presenta Antonio Hazael Ruiz Ortega, en su “Análisis Sobre el Delito del Secuestro”, el cual fue ponencia en el “Tercer Congreso de Victimas de la Delincuencia”, Organizado Por El Consejo Ciudadano De Seguridad Pública Del D.F., y el cual es muy similar a los otros perfiles que ya hemos estudiado en este capítulo. A continuación transcribimos dicho perfil del secuestrador.

3.1.1. PERFIL PSICOLÓGICO CRIMINAL

  • La edad de los secuestradores oscila entre los 25 y 35 años, con antecedentes delictivos principalmente en los delitos patrimoniales.
  • Generalmente son delincuentes gregarios, es decir actúan en grupo y de manera organizada.
  • Los secuestradores pueden variar desde criminales callejeros, ejecutores de “Secuestros Express”, hasta organizaciones criminales, guerrillas, traficantes de droga, ex policías o policías corruptos.
  • Los secuestradores se caracterizan por su frialdad, alta peligrosidad, insensibilidad, agresividad, egocentrismo, indiferencia afectiva y la manifestación de conductas antisociales.
  • Al disponer totalmente de la libertad, la integridad y la vida misma de la víctima, el delincuente exhibe violencia, con objeto de demostrar su fuerza y su decisión de destruir, frente a la desprotección de la víctima.
  • El secuestrador asimila los padecimientos, súplicas y ruegos del secuestrado como si se tratara de hechos aislados, con una aparente insensibilidad, y suele utilizarlo para controlarlos, someterlos y lograr su objetivo final.[6]

4. PERFIL DE DANIEL ARIZMENDI “EL MOCHA OREJAS”. 

Después de hacer un análisis de los distintos Perfiles del Secuestrador, elaborados por distintos profesionales relacionados con el quehacer criminológico, encontramos ahora el encuadre entre la teoría y la realidad, y buscando, encontramos que muchas de las características presentes en tales perfiles, se encuentran presentes en el secuestrador conocido como “El Mocha Orejas”, Daniel Arizmendi.

De acuerdo al análisis que hace el maestro Carlos Monsiváis, sobre las declaraciones del mencionado delincuente en su reportaje en la revista Proceso, encontramos ciertas patologías de carácter psicopático presentes en este personaje que sembró el terror en la sociedad mexicana, el cual reconoce que planeo y ejecuto 21 secuestros y tres homicidios (dos por no recibir el dinero, el otro en el intento de un secuestro).

De acuerdo a la definición de psicópata, elaborada por el Dr. Rogelio Apiquian Guitart, Maestro en Psiquiatría por la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Mexicano de Psiquiatría. Por Psicópata puede entenderse lo siguiente: “Se trata de alguien que viola todas las reglas, que tiene sus propios principios y una particular forma de ver las cosas; entonces, tiende a ser manipulador, mentiroso, y abusa de los demás; es común que sea muy irritable, explosivo y violento, además de que le gusta ver el sufrimiento de la gente y no siente culpa por lo que hace. Tales características son clásicas del perfil de un delincuente”, afirma el especialista. Estas características son algunas de las que encontramos en las declaraciones del “Mocha Orejas” después de haber sido detenido y como ya mencionamos anteriormente, haber declarado sus actos delincuenciales ante las autoridades y los medios de comunicación.

Encontramos la siguiente declaración del mencionado criminal, la cual concuerda con las características de egocentricidad de este tipo de sujetos:

«Cuando invito a gente a trabajar, cree en mí: eso es ser líder» (Entrevista de Roberto Garduño, La Jornada, 19 de agosto de 1998). Su ego lo lleva a sentirse un verdadero líder, y eso es lo peligroso de este tipo de sujetos, porque llegan a convencer a otras personas de su liderazgo, y llegan a sentirse identificados con sus objetivos criminales.[7]

En la siguiente declaración encontramos, como Arizmendi disfrutaba causando daño, y a la vez no sentía remordimiento alguno por sus actos crueles en contra de sus víctimas a las cuales mutilaba: «Yo creo que sí volvería a empezar. Aunque tuviera 100 millones de dólares lo volvería a hacer. Secuestrar era para mí como una droga, como un vicio. Era la excitación de saber que te la estabas jugando, que te podrían matar. Era como adivinar, ahora le corto una oreja a este cuate y va a pagar». ¡Y pagaban! «No sentí nada ni bueno ni malo, al mutilar a una víctima. Era como cortar pan, como cortar pantalones» (En Reforma).[8]

La contradicción más significativa de Arizmendi es la distancia entre su rechazo a la mínima conciencia ética y el apego a su familia.

El famoso “Mocha Orejas”, mantiene su lealtad a la familia, e incluso realiza la siguiente declaración: «Mi familia significaba mucho, ¿no?, mi familia es todo lo que hay, todo lo que tengo en la vida… Creo no ser un buen papá, porque por lo regular lo único que yo sabía hacer hacia mis hijos era hacerles llegar el dinero, porque me gustaba tener dinero y hacerles llegar dinero, que siempre tuvieran dinero, porque era mi idea que tuvieran dinero mis hijos». Aquí vemos que Arizmendi creía que dándoles dinero a sus hijos era ser buen padre; relacionaba el dinero con la bondad y la conciencia ética, creía que así cumplía con su responsabilidad paterna de darle la atención que un hijo merece. En esta entrevista detectamos esos rasgos patológicos de los que hemos venido hablando anteriormente, en ningún momento “El Mocha Orejas”, expresa algún sentimiento de arrepentimiento ni dolor por el daño que le causaba a sus víctimas, razón por la cual sus rasgos lo encuadran en la patología de psicópata, puesto que cubre todas las características para determinar que esa es su definición criminológica, y la cual es una constante en el perfil de los secuestradores, razón por la cual, seleccionamos a este personaje para realizar este encuadre entre la teoría y la realidad, encontrando así, que en efecto el secuestrador llega a cubrir el perfil criminológico de un psicópata.

abdubetancourt@hotmail.com

@AbduBetancourt

*Licenciado en Derecho por la Facultad de Derecho Mexicali de la Universidad Autónoma de Baja California y Licenciado en Seguridad Pública con opción terminal en Investigación Policial por la Academia de Seguridad Pública del Estado de Baja California; así como egresado de la Maestría en Criminología del Centro de Estudios Superiores en Ciencias Penales; Obtuvo el Segundo Lugar de la categoría profesional en el Primer Concurso Nacional de Investigaciones Criminológicas 2010-2011 de la Secretaría de Seguridad Pública Federal y la Subsecretaría del Sistema Penitenciario Federal; Profesor universitario de Ciencias Penales, y actualmente Secretario General de la Comisión de Justicia Penal y Prevención del Delito, A.C.


[2] Secuestro: Impacto Social y Características del Delito, LXI Legislatura, Cámara de Diputados, Centro de Estudios Sociales y de Opinión Publica, México, 2010.

[3] Secuestro: Impacto Social y Características del Delito, LXI Legislatura, Cámara de Diputados, Centro de Estudios Sociales y de Opinión Publica, México, 2010.

[4] Secuestro: Impacto Social y Características del Delito, LXI Legislatura, Cámara de Diputados, Centro de Estudios Sociales y de Opinión Publica, México, 2010.

[5] Secuestro: Impacto Social y Características del Delito, LXI Legislatura, Cámara de Diputados, Centro de Estudios Sociales y de Opinión Publica, México, 2010.

[6] Ruiz Ortega, Antonio Hazael, Análisis Sobre el Delito del Secuestro, Ponencia presentada en el Tercer Congreso de Victimas de la Delincuencia, Consejo Ciudadano de Seguridad Pública del D.F.

[7] Roberto Garduño, La Jornada, 19 de agosto de 1998. op. cit., Monsiváis, Carlos, Un mal día en la vida de Daniel Arizmendi, Proceso 1138, http://www.arzp.com/monsivais/mochaorejas.html.

[8] Monsiváis, Carlos, Un mal día en la vida de Daniel Arizmendi, Proceso 1138, http://www.arzp.com/monsivais/mochaorejas.html.

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